Fortalecido lunes amigos. La bendición de Dios y nuestras Santas Madres.
Tiempo sin escribir por esta vía. Hoy no sé cómo catalogar este escrito, tal
vez, cuento, historia, fábula o reflexión, pero allí le vamos.
Había un gran árbol en un vasto desierto en donde el sol era
inclemente, las temperaturas en sombra eran de casi 40°. Por un costado de
dicho árbol pasaba un riachuelo que le servía de fuente para obtener los
nutrientes del suelo y mantenerse frondoso y dando muchos frutos. Poco a poco
bajo sus sombras se acobijaban muchas personas que andaban de paso por la
vía, de diferentes estratos sociales y profesionales. A muchos o a la gran
mayoría les gustaban la sombra que daba ese árbol cargado de frutos, también
los frutos pero eran pocos los que disfrutaban de los mismos porque eran los más
ágiles que podían correr y tomar los mismos. Todos si querían probar del
delicioso alimento que generaba ese árbol y se llegó hacer una reunión para que
todos los probaran. Las estrategias no faltaron, unos les tiraban piedras, pero
el riesgo estaba que esas piedras golpeaban a muchas personas al caer las
mismas por efecto de la gravedad. Otros optaron por subirse a ese árbol, caían
muchos frutos, muchos degustaban los mismos, pero aún quedaban personas por
disfrutar del preciado alimento. Quienes subieron, no pudieron subir más por
los delgadas que se iban haciendo las ramas más altas. Empezaron a discutir por
que no era justo que no todos pudieran probar el exquisito fruto, y entre
discusiones y tomas y diretes se fueron caldeando los ánimos, y bueno se formó
la algarabía. De repente otras personas que pasaban por la vía, viendo lo que
sucedía se acercaron a preguntar porque discutían, y por supuesto casi todos
empezaron a decir sus razones al mismo tiempo pero estas personas no las
entendía. Ellos les pidieron que escogieran a una persona que tomara la palabra
en representación de ellos para así entender mejor las cosas. Al ser fluida la
comunicación, estas personas que pasaban por el lugar se ofrecieron a ayudar,
pero lo hacían si todos tomaban la Decisión de Organizarse para así dar
satisfacción a todos. Pero de nuevo se formó otra vez la algarabía, todos casi
al unísono comentaban sus ideas pero era difícil de entender, pues como era
obvio, la comunicación se dificultaba. Preguntaron de nuevo estas personas que
querían ayudar, ¿cómo podemos hacer para entenderles mejor? Muchos o la gran
mayoría se vieron a las caras y comenzaron a entender que si tenían la ayuda al
frente, había que buscar alguna forma clara, sencilla y entendible cual era la
ayuda que ellos necesitaban para que todos probaran de los frutos que daba
aquel inmenso árbol. Muchos quisieron ser protagonistas, pero solo complacerían
a los más cercanos a ellos y por ende la gran mayoría se molestarían. Así se
perdía tiempo, pues estas personas debían seguir su camino y se les hacía
tarde. . Por la necesidad de todos, se reunieron y quedaron de acuerdo en
decir a una sola voz que era lo que necesitaban, y así con voz clara, al
unísono, le informaron a quienes pasaban por el lugar que era lo que querían y
necesitaban para obtener los frutos del inmenso árbol. Éstos lograron entenderles,
prestaron la tan valiosa ayuda y continuaron con su camino.
Moraleja: No dejemos que uno o unos pocos decidan por todos.
Hay que decidir y organizar.
No sé si les aburrí con mi escrito de hoy, pero aquí se los dejo.
Mi pensamiento:
Para conquistar nuestra libertad, primero debemos conquistar el
Everest de nuestros miedos.
@erqmanes
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